Al igual que en cualquier otro campo científico, en arqueología los últimos años están presenciando la generalización de la producción y uso de grandes conjuntos de datos, no sin varios desafíos (McCoy, 2017McCoy, M. D. (2017). “Geospatial Big Data and archaeology: Prospects and problems too great to ignore”. Journal of Archaeological Science, 84, pp. 74-94. DOI: 10.1016/j.jas.2017.06.003; Huggett, 2020Huggett, J. (2020). “Is Big Digital Data Different? Towards a New Archaeological Paradigm”. Journal of Field Archaeology 45 (sup1), pp. S8-S17. DOI: 10.1080/00934690.2020.1713281). En realidad, por el momento más bien se diría que estamos todavía dentro de lo que podríamos llamar little big data, ya que nuestros datasets todavía no alcanzan la magnitud de los propios de otras disciplinas. Pero en todo caso la tendencia es clara y está posibilitando abordar narrativas de escala amplia, algo que siempre se ha hecho en arqueología, aunque ahora sobre bases empíricas más coherentes con la escala de los relatos. Aunque los autores de este trabajo se posicionan en contra de esta tendencia, it is accepted here that any generalising narrative on hillfort functions is undoubtedly problematic (p. 412), (volveré sobre esto al final), su esfuerzo constituye un ejemplar aporte a la construcción de un dataset muy amplio y detallado con un gran potencial de uso futuro.
Este atlas no es únicamente un libro, sino un producto con varias presentaciones. El libro es ‘únicamente’ una síntesis de un extenso trabajo, que incluye también varias formas de acceder a los datos directamente: un sitio web específico (https://hillforts.arch.ox.ac.uk/) y un Feature Service en ArcGIS Online, que permite explorar los datos en su visor online pero también descargarlos para trabajar con ellos en un SIG de escritorio. Coordinado por los co-editores del libro desde las universidades de Oxford y Edimburgo, el trabajo fue realizado entre 2010 y 2016 con financiación del Arts and Humanities Research Council, y con la participación de múltiples agentes, incluyendo una interesante dimensión de ciencia ciudadana en la producción y verificación de los datos.
El número de sitios documentados es un buen indicador de la magnitud del trabajo realizado, pero también del hecho de que los desarrollos tecnológicos recientes (especialmente en lo relacionado con la detección remota) han sido un facilitador esencial de un empeño como este. Pese a ser sitios con una visibilidad evidente en el paisaje, de los alrededor de 2200 reconocidos en los años 1960 (p. 16), y los cerca de 2500 de los años 1970 (p. 22) se ha pasado a los más de 4000 incluidos en este trabajo.
Sin duda el libro resume una labor muy amplia y detallada, un esfuerzo considerable no solo en la recopilación de datos sino también, quizá especialmente, en la discusión y definición de criterios para esa recogida: qué datos registrar y cómo hacerlo. Los propios autores reconocen que uno de los aspectos más problemáticos resultó ser la propia definición de qué rasgos son los que definen a un sitio como hillfort (y, por tanto, qué sitios debían ser incluidos en este inventario y cuáles no). De manera conceptualmente impecable, aunque tal vez pragmáticamente poco útil, el criterio empleado es el siguiente: The lower threshold for a hillfort could, therefore, be described as ‘showing some pretension’ to exclude or impress people (p. 30). Esto les plantea dos problemas fundamentales. El primero es la distinción entre hillforts y enclosures, categorías con una cierta gama intermedia de grises que no siempre es sencillo aclarar. En ayuda de ello, es de agradecer que se incluya un valor de certidumbre en la asignación de los sitios inventariados. Pese a la posible dificultad de distinción, resulta tranquilizador (y no sé si sorprendente, quizá no) que el porcentaje de sitios que no ofrecen dudas al clasificarlos como hillforts es de algo más del 80 % (Tabla 2.1). El segundo problema tiene que ver con una categoría particular de sitios, los Irish ringforts, que en este caso son excluidos del listado por una razón confesadamente práctica: the Atlas team simply did not have the resources to sift the 60,000 or so examples known (p. 102).
Resulta especialmente interesante el capítulo dedicado a la historia del mapeo de estos elementos, sobre todo porque ilustra con claridad el origen de formas de clasificación de los sitios que se han convertido en habituales en el contexto británico, a veces de forma más o menos inconsciente. Un buen ejemplo de ello es la clasificación de los sitios en tres intervalos de tamaño, algo que ya fue discutido al poco de establecerse: Forde-Johnston’s numerous contributions included commenting extensively on the OS size categories, in which he recognised ‘no particular archaeological significance: they simply provide a convenient framework of reference to one aspect of Iron Age forts’ (p. 17). Los propios autores del libro reconocen que muchas de estas clasificaciones son esencialmente arbitrarias; por ejemplo, respecto a esta misma cuestión, no se consideran las implicaciones del tamaño en términos del tipo de comunidades que ocuparían los sitios, lo cual sí daría un criterio más sólido para establecer diferencias entre sitios por tamaño. Pese a ello, y paradójicamente, dedican mucho espacio (entre las páginas 70 y 100, y casi todo el capítulo 4) a enumerar diferentes propuestas tipológicas (70 y ss) y a tratar de extraer ‘la mejor’ (Tablas 3.8 y 3.9), de nuevo sin implicaciones claras (intencionalidad, cronología, funcionalidad…). Lo más chocante es que los propios autores reconocen la arbitrariedad de estos grupos, y quizá sea esta la consecuencia más relevante a este respecto: Minimally, this has resulted in an increased appreciation of the simplicity of existing classifications and the degree of subjectivity involved in assigning to a distinctive type individually complex sites set on complex and varied topographies. Somewhat similar issues are faced when attempting to classify sites by their vallation, another often favoured classificatory scheme (p. 100).
En esta misma línea, el libro ofrece unas descripciones muy (quizá demasiado) detalladas de aspectos como diferencias constructivas en las defensas, en la localización topográfica, o en la cantidad de líneas de defensa. Además de resultar algo difíciles de seguir por la falta de apoyo gráfico, uno podría preguntarse si todas estas diferencias son a menudo indicativas de algo más que de decisiones oportunistas, locales. En todo caso los autores no se lo preguntan, simplemente las describen, por lo que la sensación que deja esta parte es un tanto desconcertante. Adicionalmente, las distribuciones espaciales de todas estas variaciones (con a veces muy pocos casos) no parecen sugerir patrones espaciales obvios, ya que no difieren demasiado (aparentemente) de la distribución general de los sitios. Solo en algún caso sí se puede observar una motivación para este tipo de análisis, como para relativizar la supuesta preferencia de las entradas por orientarse al Este (pp. 205-6). Algún otro mapa sí parece mostrar una distribución espacial característica, por ejemplo, los de inturned entrances (p. 216) o entrance outworks (p. 228), aunque, como ya se dijo, cabe preguntarse ¿son estos rasgos indicativos de algo importante?
El trabajo apela recurrentemente al potencial analítico que tienen los datos recopilados. Esto es bastante evidente; la posibilidad de reutilizar este dataset es indudable. Quizá no todos los atributos recogidos sean igualmente explotables, como ya dije, pero desde luego hay un largo recorrido en ellos. El libro desarrolla algunos análisis espaciales exploratorios, como forma de ilustrar esa utilidad de los datos. Ocurre que una gran parte de ellos (básicamente densidades de distribución de rasgos concretos) están realizados tomando como base las demarcaciones territoriales actuales (si acaso a veces llegando al nivel de condados, pero sin prescindir de divisiones administrativas). Esto creo que limita un poco la trascendencia de estos análisis. Además, algunas de las variables exploradas parece que lo han sido simplemente porque era fácil hacerlo; p. ej., los datos sobre la altitud de los hillforts, que los propios autores reconocen de entrada como un dato irrelevante: The distribution of hillforts across the altitude bands as shown in Table 3.5 indicates that absolute height is not in itself an important factor in the selection of locations for hillforts (p. 64).
Por contra, en el capítulo 8 sí que se hace un análisis exploratorio más detallado, considerando algunos clusters de hillforts en varias regiones. Sin embargo, resulta demasiado superficial, ya que se basa básicamente en mapear con símbolos diferentes algunos atributos de los sitios (especialmente tamaño) e interpretar lo que visualmente se observa de ello y de la superposición con la topografía. Además, la simbología usada no es ciertamente la más clara para diferenciar entre clases de elementos. En todo caso, hay que entender que el objetivo del libro no es explotar los datos sino presentarlos e ilustrar su potencial utilidad.
El libro termina con un interesante capítulo (9) que sintetiza algunas ideas, en parte (aunque no solo) extraídas del atlas o del trabajo que lo compuso, y que tratan de ubicar las principales aportaciones que este realiza. Hay cuatro ideas principales:
- 1. La escasa similitud de los hillforts de las Islas con sitios similares y coetáneos del continente, en varios aspectos clave: cronología, tipos de defensas, cultura material… Esto, que parece bien argumentado, podría complementarse con la observación de las también notables diferencias internas, en varios de esos mismos aspectos, especialmente entre los sitios de Gran Bretaña e Irlanda.
- 2. La desigual distribución espacial del fenómeno, con un contraste adicional entre zonas con muchos sitios pequeños y zonas con menos sitios más grandes. Esto apunta a diferencias en las formas de complejidad social, ya conocidas en la literatura y comentadas varias veces en los capítulos anteriores, pero que la visión de conjunto del atlas ayuda a calibrar de manera global.
- 3. La probable diversidad funcional de estos sitios (it does seem reasonable to suggest that a hillfort on rolling Wessex chalk downland integrated into a landscape of farmsteads and field systems could have served a different economic and social role to that of a remote hillfort on the top of a highland mountain, p. 412), también conocida de antes y también mejor visualizada ahora. Cabe aquí preguntarse: ¿no es posible que esta diversidad tal vez ponga en cuestión el propio sentido de la categoría de hillfort, tal y como el atlas la concibe (vid. supra) y la exclusión de ella de otros sitios fortificados por razones como su tamaño?
- 4. La diversidad regional, que supera las previas visiones uniformizadoras derivadas de casos de estudio demasiado sesgados geográficamente. Esta diversidad regional lleva a los autores a desaconsejar la posibilidad de elaborar grandes narrativas, porque la variedad es demasiado amplia: Detailed regional studies will lead to deeper understanding of the role of individual hillforts and the relationships amongst sites, rather than applying any grand narrative of assumed standard hillfort functions (p. 414). Sin embargo, cabría aquí argumentar que (1) la propia naturaleza de las narrativas amplias es caracterizar tendencias y procesos de escala extensa y (2) una gran narrativa no tiene por qué ser una narrativa uniformizadora. Quizá sea una impresión subjetiva, pero encuentro que a menudo los casos de estudio regionales sobre un mismo fenómeno / período recurren a lecturas escasamente divergentes, construyendo por repetición, quizá de forma inadvertida, visiones tanto o más uniformizadoras.
A pesar de todas estas cuestiones críticas, o acaso precisamente gracias a ellas, esta obra resulta una aportación extremadamente relevante para las/os interesadas/os en el estudio de uno de los fenómenos más extendidos, y creo que importantes, del final de la prehistoria atlántica. Y no solo desde una perspectiva académica: las cifras de consultas recibidas por el sitio web relacionado con el atlas (18 millones de visualizaciones de 430.000 visitantes diferentes en 2020) ilustran elocuentemente un impacto a la altura del esfuerzo invertido en la creación de este recurso. From the outset, the intention of the Atlas team was to raise the profile of hillforts and also to make a unified and easily accessible dataset available to stimulate interest and to encourage new areas of research. We hope this has been achieved (p. 426). Sin duda que sí. Creo que es difícil discrepar del deseo de que algo como esto existiese para más regiones.