Trabajos de Prehistoria 81 (2)
ISSN-L: 0082-5638, eISSN: 1988-3218
https://doi.org/10.3989/tp.2024.1033

Recensión de / Review of: Alfredo González-Ruibal. Tierra Arrasada. Un viaje por la violencia desde el Paleolítico al siglo XXI. Colección Tiempo de Historia. Editorial Crítica. Barcelona, 2023, 512 pp., fotografías e ilustraciones. ISBN: 978-84-9199-525-8.

 
CONTENIDO

Quiero comenzar subrayando la gran calidad de esta monografía, este ensayo sobre la violencia que plantea diversas perspectivas y experiencias personales en muchos sentidos. Es destacable el enorme trabajo de recopilación y edición realizado, el cual construye una síntesis que será de referencia obligada. Tanto es así que ha recibido el Premio Nacional de Ensayo de este año.

Su estructura es simple, diacrónica, mostrando la evidencia arqueológica de la violencia desde el Paleolítico a nuestros días, a la guerra espacial. Desarrollado en diez capítulos, el primero de ellos se centra en las evidencias disponibles para el Paleolítico y el Neolítico. El segundo está dedicado a los inicios de la guerra en Europa. El tercero, al origen del Estado y las primeras monarquías. El cuarto aborda la conflictividad en Grecia y Roma. El quinto cubre la etapa medieval, distinguiendo batallas campales de acciones de saqueo o razias. El sexto capítulo se traslada a América, analizando las sociedades indígenas y el impacto colonial. El séptimo capítulo se dedica a la Edad Moderna, cerrando los tres capítulos restantes con la devastación de los siglos XIX y XX. Esta linealidad creo que es necesaria porque ese viaje temporal se distribuye en zonas muy diversas del planeta y en ámbitos culturales muy amplios, mostrándonos cómo distintos grupos sociales han/hemos ejercido la violencia sobre nuestros congéneres. De este modo, la ordenación de datos e ideas supera la monotonía eurocéntrica y occidentalizada, alcanzando aspectos poco conocidos de nuestra diversidad cultural. Es un ejemplo de pedagogía científica dirigida a un amplio abanico de lectores y lectoras. Cuenta, además, con un potente aparato bibliográfico. El aparato gráfico es parco (su calidad suficiente), y aludo a ello por la trascendencia o la carga que poseen las imágenes sobre la violencia. Nos interpelan constantemente. Recuerdo al respecto las lecturas de Susan Sontag (1977Sontag, S. (1977). Sobre la fotografía. Barcelona: Debolsillo.).

La obra supone un salto cualitativo respecto a síntesis anteriores (Guilaine y Zammit, 2002Guilaine, J. y Zammit, J. (2002). El camino de la guerra. La violencia en la prehistoria. Barcelona: Ariel.). Se trata de una gran labor de investigación. Usar fuentes dispersas, aproximarse a realidades científicas, regionales o académicas, tan alejadas como Estados Unidos, China, África, Perú, es un logro que pone en nuestras manos un incomparable cúmulo de evidencias. Además, esta obra actualiza las interpretaciones sobre hallazgos conocidos desde hace décadas, mostrando lecturas más recientes. En las páginas de esta obra aparecen cifras, estimaciones a veces aproximadas, otras verificadas, de víctimas. Son ingentes; millones de personas aparecen aquí reflejadas, desde el Somme hasta Jebel Sahaba, que se reinterpreta dentro de las tesis del autor. De hecho, el énfasis en la Prehistoria no es casual: fue en ella cuando la guerra se convirtió en una institución, con sus normas y sus ritos, como forma de relación entre comunidades. Como el autor indica, la guerra se sublima: las armas, las indumentarias, los ritos previos a la batalla ‒como la purificación del cuerpo‒. Los paisajes contemporáneos, fósiles de la guerra, como Verdún, cuya topografía en la actualidad es fruto de toneladas y toneladas de proyectiles, son ejemplos perfectos de cómo la guerra puede transformarlo todo.

En esa dicotomía entre lo visible, conocido, mostrado, monumentalizado y lo invisible, lo desconocido, el anonimato, la crueldad y violencia cubiertas de tierra y vergüenza, cobra protagonismo la arqueología. El autor nos llama constantemente la atención sobre la información que aporta para superar esa intención de invisibilizar las masacres. Es muy relevante, desde mi punto de vista, toda la información que la obra expone sobre el análisis arqueológico de la pléyade de fosas comunes que se presentan. Su investigación permite conocer la intrahistoria del evento que está en su origen, también identificar en la medida de lo posible la autoría, y analizar el contexto social, político, histórico, en el que se hicieron. No todas las formas de violencia tienen la misma raíz ni se explican por el mismo mecanismo cultural.

Nos podríamos plantear qué hemos aprendido de ello. Cuando escuchamos en estos días las noticias sobre muertes en la Franja de Gaza y constatamos el porcentaje de menores de edad fallecidos, parece que volvemos a repetir la barbarie y la crueldad más extrema. En esta línea, sería oportuno resaltar la utilidad de la obra para situarnos ante esta realidad, este espejo que nos devuelve nuestra cara más desagradable, reconocernos como especie capaz de triturar huesos, asesinar indiscriminadamente, modificar paisajes, torturar, violar, descarnar cadáveres, sacrificar personas a dioses que se alimentan de su sangre y alimentarnos de sus sobras. Estoy plenamente de acuerdo con la consideración, tomada por González Ruibal del antropólogo M. Mauss, de que la guerra es ‘un hecho social total’ puesto que está interconectada con lo económico, lo religioso, lo jurídico e incluso lo estético. Pero no debemos inferir de ello que este ‘hecho social total’ es nuestra única Historia posible. Como advierte el autor, la violencia subvierte el estado natural de las cosas y ha sido una parte significativa de nuestro pasado, pero no la dominante.

Esta obra no es, por consiguiente, una historia militar, un compendio de grandes batallas, que nos limitaría a conocer solo ciertos aspectos de ese todo. El juego espacial y temporal entre los microtiempos (horas, días) de una batalla hasta el análisis del proceso histórico local o regional, la longue durée que Braudel describió en su ensayo sobre el Mediterráneo (Braudel, 1976Braudel, F. (1976). El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Madrid: Fondo de Cultura Económica.) se sitúa en las coordenadas de una línea de investigación que en la actualidad se denomina ‘Arqueología del Conflicto’. Desde esa línea de investigación focalizamos nuestros análisis en la guerra, en la violencia, pero también en los saqueos, las migraciones forzadas, los cambios sociales, y reclamamos incluir su estudio como parte de una investigación holística. Como defendió Sousa Santos (2010Santos, B. S. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Montevideo: Trilce.) los procesos de conquista implican un epistemicidio cultural.

El ensayo tiene un valor que considero añadido y positivo, y es la propia experiencia personal y científica del autor en la investigación de la violencia. Sus trabajos en el ámbito de la guerra civil en nuestro país son un referente. En ellos es palpable su reclamo aún sugerente “contra los monumentos, las ruinas”; sus proyectos suelen dirigirse a la periferia de lo esperable, esto es, a las chabolas y chozas que se levantaron, por ejemplo, alrededor de Cuelgamuros, más que al propio monumento; a las trincheras perdidas en los frentes más alejados, más que a las batallas con protagonistas concretos y generales conocidos.

Campesinos, reyes, valkirias, vikingos, pulgas, isótopos, armas, proyectiles, Asiria, ritos, antropofagia, lesiones, Etiopía, los Pueblo, Hastings, Somme, Wari, mujeres, niños, perimortem, pólvora, calibres, trincheras, asedios, miedo, terror, Isis, Napoleón, gases, exterminio, flechas, Teotoburgo, Talheim, Wu Ding, Kadesh, Silko, Alodia, Visby, Aljubarrota, Sacred Ridge, memoria, Teotihuacán, Kuelap, Muni, La Isabela, ocho millones de muertos, Lützen, Fort Prince George, prehistorización, Andersonville, Patria, Historic Cave, Intelligenzaktion… son parte del universo que puebla este magnífico ensayo, tan sugerente. Para componer una obra como esta ha sido necesario mucho análisis, contrastación de datos, ordenación de ideas, resultando una propuesta propia, original, bien armada. Considero, en definitiva, que estamos ante una composición armónica, porque se ha conseguido un gran equilibrio entre tiempos, geografías, espacios, temas, culturas, realidades, con una enorme claridad.

No sorprende todo esto tratándose de un autor que, por su compromiso social, ejerce la arqueología como práctica de transferencia humanística como uno de sus signos de identidad. El libro no es un argumentario pacifista, que tanto reprobaba V. D. Hanson (2013Hanson, V. D. (2013). Guerra: el origen de todo. Madrid: Turner.), ni tampoco una oda militarista, por supuesto. Está más cercano a las aproximaciones de Vernant (2018Vernant, J. P. (2018). La guerra nella Grecia Antica. Milán: Raffaello Cortina Editore.) (para la guerra en la Antigüedad) que a las de otros teóricos, también imprescindibles en este campo, de la conocida como Historia Militar (Keegan, 2021Keegan, J. (2021). Historia de la Guerra. Madrid: Turner.). Sus contenidos, su perspectiva teórica pero más aún su posición ontológica, su forma de comprender los objetivos de la práctica arqueológica, me recuerdan viejas lecturas como las de Lumbreras (1981Lumbreras, L. G. (1981). La Arqueología como Ciencia Social. Lima: Peisa.) o Fontana (1982Fontana, J. (1982). Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona: Crítica.), entre otras: para qué y por qué (y cómo) hacemos Arqueología, hacemos Historia.

Queda pendiente valorar cómo visualizamos en la actualidad estos escenarios de violencia, estos paisajes de guerra. Me interesan particularmente las formas de presentar y difundir estas realidades históricas objetivas, tantas veces banalizadas. Recientemente la UNESCO ha declarado Patrimonio Mundial la sede de la Escuela de Mecánica de la Armada, el mayor centro de torturas de la dictadura argentina, como ejemplo, como memoria, como aviso sobre lo que debería ser irrepetible, como tratamiento terapéutico que tanto necesitamos hoy para comprender nuestro presente.

Como Ali ibn Musà ibn Sa’id al-Magribi, citado por el autor, yo también soy de Jaén y esta monografía me ha permitido viajar por todos los confines de la tierra a una Historia que debe ser conocida, transmitida, que debe interpelarnos a reflexionar sobre quiénes somos, como especie y como agentes políticos de nuestro mundo. Las soflamas políticas polarizadas que vivimos en nuestros días nos conducirán inexorablemente a la violencia más descarnada y masiva. Hay ideologías que se nutren de ella porque la guerra es también una gran mentira.

BIBLIOGRAFÍA

 

1 

Braudel, F. (1976). El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II. Madrid: Fondo de Cultura Económica.

2 

Fontana, J. (1982). Historia. Análisis del pasado y proyecto social. Barcelona: Crítica.

3 

Guilaine, J. y Zammit, J. (2002). El camino de la guerra. La violencia en la prehistoria. Barcelona: Ariel.

4 

Hanson, V. D. (2013). Guerra: el origen de todo. Madrid: Turner.

5 

Keegan, J. (2021). Historia de la Guerra. Madrid: Turner.

6 

Lumbreras, L. G. (1981). La Arqueología como Ciencia Social. Lima: Peisa.

7 

Santos, B. S. (2010). Descolonizar el saber, reinventar el poder. Montevideo: Trilce.

8 

Sontag, S. (1977). Sobre la fotografía. Barcelona: Debolsillo.

9 

Vernant, J. P. (2018). La guerra nella Grecia Antica. Milán: Raffaello Cortina Editore.