Trabajos de Prehistoria 80 (2)
julio-diciembre 2023, e38
ISSN: 0082-5638, eISSN: 1988-3218, ISSN-L: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2023.12351

Reseñas de libros

Book reviews

Rubí Sanz Gamo

Instituto de Estudios Albacetenses

r.sanzgamo@gmail.com

Recensión de / Review of: Carmen Rueda Galán, Carmen Rísquez Cuenca y Ana B. Herranz Sánchez (Eds.). El reflejo del poder en la muerte. La cámara sepulcral de Toya. Colección Arqueologías. Serie Ibera, 11. Editorial Universidad de Jaén, Instituto de Estudios Giennenses. Jaén, 2022, 512 pp., fotografías, figuras y tablas. ISBN: 978-84-9159-485-7 (Universidad de Jaén); 978-84-18265-46-4 (Instituto de Estudios Giennenses).

Este volumen es el resultado de las aportaciones al congreso internacional celebrado en Jaén y Peal de Becerro en junio de 2018 y que conmemoró el centenario del descubrimiento de la cámara sepulcral de Toya. Este evento fue acompañado por otras actuaciones, como la exposición Cien años de Arqueología de un monumento: la Cámara de Tugia (Museo Ibero, Jaén, noviembre de 2018-enero de 2019, Bellón Ruiz y Moreno Padilla, 2019), o la dedicación a esta temática de una “vitrina 0” en el Museo Arqueológico Nacional. El libro es un emotivo homenaje al profesor Mario Torelli, doctor honoris causa por la Universidad de Jaén, cuyas doctas palabras abren la obra. Cabe señalar, además, que se trata de una pulcra y cuidada edición, como es habitual en otras nacidas desde el seno del Instituto Universitario de Investigación de Arqueología Ibérica de la Universidad de Jaén. En este caso, cuenta con la colaboración de otra prestigiosa institución como es el Instituto de Estudios Giennenses.

Un total de 37 autores y autoras, a través de 20 artículos, introducen sus conclusiones, y a veces también sus dudas, en torno a diversas temáticas. Se aborda el análisis de la disposición de las tumbas en las necrópolis, de las construcciones sepulcrales (sean monumentales o no), la composición de los ajuares, las esculturas, así como los estudios antropológicos (allá donde han sido posibles). Este conjunto de aportaciones está estructurado en tres partes. La primera se centra en la ideología del poder y la genealogía en el paisaje de la muerte. Ofrece las aportaciones de M. Torelli, en el ámbito etrusco, y las de A. Ruiz y M. Molinos en los territorios de Jaén y de Granada. La segunda está dedicada al reflejo del poder en la muerte. Incluye distintas consideraciones sobre las necrópolis de la Alta Andalucía (Rísquez, Díaz-Zorita, Rueda, Herranz, Torres, Alemán y Peláez; Lechuga, Moreno y Soto; Chapa; Rodríguez-Ariza; Adroher, Caballero, Ramírez y Salvador; Lorrio; González Reyero; Pérez, Ruiz Rodríguez y Moreno), del Levante (Grau; Aranegui), Pozo Moro (García Cardiel y Olmos), y de la Campania meridional (Cuozzo y Cannavacciuolo). La tercera parte recoge los trabajos que se presentaron en formato de póster en el ya mencionado congreso. Estas contribuciones giran en torno a diversos yacimientos de Jaén (Moreno Padilla; Alejo, Gutiérrez, Ortiz y Alejo), Murcia (Cutillas y Hernández), Ciudad Real (García Huerta, Rodríguez y Morales; Benítez de Lugo y Fuentes), y Medellín (San Quirico).

El catálogo (Bellón Ruiz y Moreno Padilla, 2019) nos exime de fijar aquí una atención casi exclusiva en el singular descubrimiento de la cámara de Toya y la necrópolis del Cerro de la Horca. Estos contextos son mencionados con frecuencia, siendo objeto de un análisis historiográfico por parte de González Reyero y de un estudio de los materiales cerámicos a cargo de M. I. Moreno Padilla. Resultan de gran interés los estudios de M. Pérez, A. Ruiz y M. I. Moreno Padilla en torno a la orientación solar de la cámara (Rodríguez-Ariza). En ellos se llama la atención sobre cómo la iluminación equinoccial incidía sobre el centro de la hornacina donde se exhibía la crátera que alude al príncipe, al matrimonio aristocrático y a los antepasados. Todo ello expresa la alta carga simbólica de esta pieza del ajuar funerario.

En esa línea de representación alegórica, en referencia a las antiguas tumbas etruscas, el trabajo de Torelli destaca cómo, desde finales del siglo VIII a. C., los ajuares asociados a las clases dominantes contienen objetos ‒entre otros la sítula de Chiusi y el oinochoe de Tagliatella (tumba n.º 22 de Olmo Bello de Bisenzio, Florencia)‒ que a través de secuencias míticas reflejan, por un lado, los procesos de hibridación de las sociedades indígenas con elementos orientalizantes, y, por otro, el relato que permite la legitimidad y permanencia del poder aristocrático. Este último es enfatizado mediante la construcción de las tumbas como grandes casas decoradas. Por su parte, Ruiz y Molinos abordan cómo los grupos aristocráticos construyeron, legitimaron y transmitieron el poder a través de las necrópolis del Cerro Santuario de Baza, de Tútugi, y las de Cástulo. Estos autores analizan, desde la antropología social, los conceptos de relaciones de parentesco y de linajes, como generadores de modelos de estructuras sociales que fueron determinantes en la disposición de las tumbas y de sus ajuares. En este proceso identifican a distintas generaciones: Gn de los antiguos (Bronce Final-Hierro Antiguo); Gf como las fundadoras o familiares (en las que entre sus ajuares pueden amortizar objetos “con historia” o patrimoniales, los keimelia) y finalmente las Gcero, regidores de los oppida, donde las imágenes de las cráteras griegas debieron ser reinterpretadas por los iberos como representaciones simbólicas de genealogías y del matrimonio/casa.

Variando de tema, la antropología física y los estudios de isótopos han permitido diferenciar aspectos relativos a edad, sexo y dieta en algunos yacimientos. Respecto a los primeros, los porcentajes en la identificación de edad y género muestran un mayor número de individuos adultos enterrados en Loma de Boliche (Lorrio) y Cerrillo Blanco (Rísquez, Díaz-Zorita, Rueda, Herranz, Torres, Alemán y Peláez), o en Medellín, con un porcentaje algo mayor de sepulturas de hombres con respecto a las de mujeres (San Quirico). Los isótopos, por su parte, indican dietas de tipo vegetariano en Loma de Boliche o Cerrillo Blanco. Como se desprende de algunas de las aportaciones al congreso, las analíticas resultan trascendentes para conocer que, en la formación de los linajes, la figura femenina, o a veces la pareja, tuvo un papel fundamental. Así lo refleja la posición de las tumbas femeninas, su carácter monumental y sus riquezas, ya desde la transición del Bronce Final a la Edad del Hierro (en el Collado y Pinar de Santa Ana en Jumilla, o en las tumbas 32 y 33 de Baza). Es el caso de la tumba de Monte Vetrano que corresponde a una mujer de muy alto rango, datada hacia el tercer cuarto del siglo VIII a. C., en cuyo entorno las 350 tumbas restantes fueron distribuidas por grupos familiares. Este enterramiento pone de manifiesto el papel de la mujer como garante de descendencia, mientras que la disposición de las restantes sepulturas y sus ajuares nos hablan del profundo cambio ideológico experimentado por estas sociedades (Cuozzo y Cannavacciuolo).

No solo allí, también en la península ibérica, reestudios de antiguas intervenciones arqueológicas, así como otras nuevas investigaciones como la de Baza (Adroher, Caballero, Ramírez y Salvador), aportan las mismas conclusiones o, cuando menos, similitudes, sobre el papel de la mujer en la formación de los linajes, y acerca de la relevancia ideológica y simbólica de la posición de sus tumbas en las sepulturas (p. ej. Tútugi). En la misma dirección apunta la importancia de elementos de origen orientalizante en los complejos procesos de hibridación de las sociedades indígenas. Sus consecuencias fueron importantes cambios culturales, ideológicos, sociales, nuevos ritos de enterramiento, etc., que se vinculan a grupos de poder que controlan las riquezas agrícolas (Rísquez, Díaz-Zorita, Rueda, Herranz, Torres, Alemán y Peláez) y las vías de comunicación (Grau), adquiriendo objetos de prestigio precoloniales y más tarde orientalizantes. La presencia de individuos fenicios en algunas necrópolis se percibe en el túmulo de Los Patos de Cástulo, que albergó al colectivo de fundadores (Ruiz y Molinos), en el Cerro de los Vientos de Puente del Obispo (Lechuga, Moreno y Soto), en la tumba n.º 40 de la necrópolis almeriense del Hierro Antiguo de la Loma de Boliche (Lorrio), en el Tossal de Morquí en la zona central valenciana, o en Les Casetes de la Vila Joiosa durante los siglos VII-VI a. C. (Grau).

El proceso de diferenciación social ibera se aprecia en los cambios de las estructuras funerarias, que pasan de los antiguos túmulos de tendencia circular de amplias dimensiones (en el Cerrillo Blanco de Porcuna con un diámetro de 20 m, y en el Tossal de Morquí en torno a los 15 m), a las tumbas en pareja o individuales. Este modelo se repite en otras necrópolis como las castulonenses de Los Patos y de Los Higuerones (Ruiz y Molinos). Poseen cámaras infrapuestas, como en el Cerrillo Blanco, de planta circular con ortostatos en las paredes, suelo enlosado y pilastra de piedra central, y con un enterramiento doble (Rísquez, Díaz-Zorita, Rueda, Herranz, Torres, Alemán y Peláez); en el Tossal de Morquí de planta oval (Grau); y en Argamasilla de Calatrava tienen planta en forma de T y grandes ortostatos (García Huerta, Rodríguez y Morales; Benítez de Lugo y Fuentes). De la tumba 20 de Tútugi, estimada como la fundacional de la necrópolis (Rodríguez-Ariza), procede la Dama de Galera (una pieza de prestigio entonces amortizada), que representa a una diosa sentada sobre un taburete, a la que flanquean dos esfinges (Chapa). Por otra parte, existe consenso desde hace ya décadas en valorar la visibilidad de las tumbas principescas o aristocráticas en los paisajes funerarios. El monumento turriforme de Pozo Moro es un claro exponente de ello, y en este volumen se propone una nueva y controvertida lectura basada en los elementos esculpidos asociados (García Cardiel y Olmos). Las esculturas están asociadas a tumbas de importantes familias, pudiendo permanecer ocultas, como en el caso de las necrópolis del Guadiana Menor, o visibles, como ocurre con los bóvidos y los ciervos (Chapa). Es igualmente resaltado el papel de las damas ibéricas en las tumbas monumentales (Aranegui), y se repasan los hallazgos en la Oretania septentrional, si bien estos últimos carecen de contexto (Benítez de Lugo y Fuentes).

Estructuras más simples se excavaron en fosas alargadas, ovales, rectangulares (Cerro de los Vientos), a veces con lajas de piedras (Cerrillo Blanco), otras con enlucidos (Les Casetes), o con adobes (Mas de Regall de Alcoi y Loma del Boliche, esta última reestudiada a partir de la documentación de Siret y Flores).

Otro tema que se aborda en el volumen es el de la disposición dentro de los enterramientos de distintos niveles. Es el caso por ejemplo de las de Tútugi, con hasta tres, estando los dos primeros acompañados con objetos de prestigio, mientras que el tercero carece de ellos. Por lo que respecta a los ajuares, los del Cerrillo Blanco son escasos y pobres. Los que corresponden a tumbas femeninas son broches de cinturón de tipo tartésico y una pinza de depilar. En las masculinas encontramos en una tumba un peine de marfil y en otra una fíbula de doble resorte y cuchillo de hierro. En la Loma de Boliche los elementos recuperados se asocian a actividades relacionadas con el ofrecimiento de sacrificios. En el área funeraria del Cerro de los Vientos los restos quemados del enterramiento E5 están acompañados por objetos de adorno, un cuchillo afalcatado y cerámicas con alto valor simbólico en la decoración pintada o incisa, como también se desprende de los vasos de otras necrópolis (Toya, Baza, etc.).

Como recapitulación final, cabe decir que esta obra invita a revisar con nuevas perspectivas las antiguas excavaciones en yacimientos del ámbito ibérico, y a reexaminar la composición de sus ajuares, entre los que se encuentran no solo objetos de procedencia oriental sino también cerámicas a mano e imitaciones locales. Además, la presencia o ausencia de dichos ajuares, su mayor o menor abundancia, nos hace pensar en cómo los valores que estos enterramientos expresan no se cifran únicamente en la cantidad de objetos que contienen, sino también a través de su representatividad. Junto a otros elementos de las tumbas ya señalados, constituyen una parte muy importante de la trama que permite ir conociendo a las sociedades prerromanas peninsulares.