Trabajos de Prehistoria 80 (2)
julio-diciembre 2023, e24
ISSN: 0082-5638, eISSN: 1988-3218, ISSN-L: 0082-5638
https://doi.org/10.3989/tp.2023.12338

Dependencia vs. competencia o emulación. Sobre la naturaleza de las relaciones del mundo argárico y su entorno. Comentario a Peres y Risch

Dependence vs. competition or emulation. On the nature of the relationship between the Argaric world and its surroundings. A comment on Peres and Risch

Mercedes Murillo-Barroso

Universidad de Granada

https://orcid.org/0000-0002-2271-291X

murillobarroso@ugr.es

Ignacio Montero-Ruiz

Instituto de Historia-CSIC

https://orcid.org/0000-0003-0897-1031

ignacio.montero@cchs.csic.es

Cómo citar este artículo/Citation: Murillo-Barroso, M. y Montero Ruiz, I. (2023). “Dependencia vs. competencia o emulación. Sobre la naturaleza de las relaciones del mundo argárico y su entorno. Comentario a Peres y Risch”. Trabajos de Prehistoria, 80 (2): e24. DOI: https://doi.org/10.3989/tp.2023.12338

Es de agradecer la disposición de los autores a someter a debate un artículo que es sin duda el resultado de años de intenso trabajo, como se evidencia por el volumen de datos manejados. La evaluación tradicional de este tipo de artículos es compleja porque la interpretación y los datos que la sustentan no siempre tienen una relación unívoca. Los datos permiten soportar diferentes interpretaciones porque no son tan resolutivos o robustos como esperamos y en ocasiones la estadística no permite demostrar la propuesta que se defiende. En estos casos el problema puede ser de los propios datos que, aunque numerosos, pueden estar clasificados y ordenados por parámetros que no sean adecuados, quizás deban ser interrogados de otra manera, o quizá simplemente no son suficientes para abordar el problema.

En esta aportación comentaremos por un lado algunos de los problemas metodológicos que observamos, y por otro, algunas divergencias teóricas o interpretativas, sin que necesariamente esta valoración tenga que ser compartida por los autores ya que lo que proponemos tiene quizás los mismos problemas demostrativos que el artículo objeto de comentario, pero puede ayudar a la reflexión. Por ello agradecemos también la iniciativa de Trabajos de Prehistoria de crear esta sección de debate, tan necesaria en estos tiempos de ultraproductividad y ultraburocratismo que nos hacen relegar en ocasiones, a un segundo plano, el tan necesario sosegado debate arqueológico. Trataremos de contribuir a la discusión por tanto de la forma más constructiva posible, y siempre desde el máximo reconocimiento a la trayectoria investigadora de los autores.

En el artículo, los autores tratan de abordar las dinámicas poblacionales del cuadrante centro-oriental de la península ibérica entre 2200-1550 a. n. e., donde observan un patrón de dispersión y enrocamiento de la población. Para el estudio, se parte de una extensa base de datos en la que se recogen evidencias arqueológicas de 1.445 yacimientos, de los que “solamente el 8 % presenta ocupaciones anteriores a ca. 2300/2200 a. n. e.” y “la superficie del 83 % de los sitios es inferior a 0.3 ha”, lo cual supone un aparente sólido punto de partida. No obstante, y aunque tenemos que trabajar con el registro del que disponemos, la disparidad en la calidad de la información es sin duda un factor limitante. Los mapas de las figuras ya señalan una sobrerrepresentación en el sur del territorio estudiado, el más próximo a las ‘fronteras’ del Argar. El territorio elegido es geográficamente muy diverso y tenemos que tener presente que en cierta medida el espacio físico condiciona la elección de los asentamientos. Los autores nos ofrecen una interpretación global, pero las áreas montañosas del Sur son predominantes, es decir, marcan la tendencia principal, aunque mencionan algunos matices a su valoración general (“cuanto más lejos de este [El Argar] al norte y al oeste, menos frecuentes eran las ocupaciones en altura o con estructuras arquitectónicas defensivas, y más abundantes los asentamientos de raíces calcolíticas”). Quizás la incorporación de la abundante información de la tesis de Isabel Kenia Muñoz Lopez-Astilleros (2003)Muñoz López-Astilleros, I.-K. (2003). El poblamiento desde el Neolítico final a la primera Edad del Hierro en la cuenca media del río Tajo. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. https://eprints.ucm.es/id/eprint/2496/ en el valle del Tajo, con un volumen significativo de datos en una zona vacía de ellos, 43 yacimientos en la transición Calcolítico-Bronce (13 de ellos sin campaniforme) y 34 del Bronce Pleno con excavaciones en varios de ellos, acentuaría ese matiz y mostraría que la continuidad Calcolítico-Bronce es algo más frecuente y que el fenómeno de enrocamiento no es quizás tan marcado.

Por tanto, la duda que se nos plantea es si el tratamiento unitario es el adecuado, o hubiera sido mejor centrarse en la zona con datos mejores y más equilibrados. Este déficit informativo que dificulta la comparación es aplicable a Guadalajara y Teruel (quizás sea anecdótico, pero el yacimiento de Loma de la Tejería (Albarracín, Teruel), publicado en esta misma revista, no está incluido entre los 1.445 yacimientos del anexo al que hemos tenido acceso). Sin duda la desigual cantidad y calidad informativa entre las distintas zonas geográficas que abarca el estudio sería la mejor prevención para no tratar de asumir que el modelo propuesto es válido en todos los territorios. Por otra parte, si a esto añadimos que en el análisis de componentes principales usan dos factores que juntos tan solo explican un 19 % de la variabilidad (y solo un 41 % de la varianza si hubieran empleado los tres factores), no podemos confiar en que la interpretación de los datos tenga una base significativa.

En los últimos meses, con motivo del desarrollo de las aplicaciones de inteligencia artificial venimos escuchando los problemas que generan los sesgos raciales y de género en los algoritmos que se diseñan. Aquí podemos encontrar una situación similar con respecto a la violencia, por ejemplo, pues se valoran estadísticamente los criterios funcionales aplicados y se selecciona e incide en que existe violencia (“La presencia en el 21 % de yacimientos analizados de artefactos con un potencial uso como armas [puntas de flecha, hachas y artefactos cortantes de piedra, metal o hueso], apunta hacia la disponibilidad generalizada de medios de violencia no especializados”). Vemos violencia si queremos ver violencia.

Si pasamos a analizar las cuestiones más teóricas o interpretativas, de forma acertada, los autores ponen el énfasis en las evidencias productivas para entender el cambio social de estas poblaciones, aunque en la explicación del mismo, el factor ‘externo’, la sociedad argárica, tiene un peso causal marcadamente superior a las posibles contradicciones internas de estas poblaciones, definidas de hecho en relación a ese factor ‘externo’ como periferia argárica. Parece que en cierta medida es la sociedad argárica el eje vertebrador del estudio, quedando estas comunidades relegadas a un segundo plano. Esto se evidencia también al acotar el estudio a la temporalidad argárica (2200-1550 a. n. e.), pese a que esto supone perder elementos claves que son más explicativos para entender el cambio social en estas comunidades que la propia relación con el mundo argárico: la organización de la producción y del poblamiento de las mismas en la fase previa. Y es quizá en este punto en el que encontramos las principales discrepancias con el texto: en la definición de la necesidad expansiva de la sociedad argárica y en la naturaleza de las relaciones de la sociedad argárica con estas comunidades, como una relación centro-periferia necesariamente interdependiente.

Según los autores, la explicación de la atomización y el enrocamiento de estas sociedades se debería al “desarrollo expansivo de El Argar y su necesidad de obtener determinados recursos estratégicos […] una entidad clasista con un alto nivel de centralización política y económica y una elevada capacidad militar, basada en una sobreexplotación de los recursos y, por ende, expansionista” en una dinámica no ya estatal sino cuasi imperialista de la sociedad argárica. No obstante, una sobreexplotación de los recursos (¿qué recursos?) tal en el área argárica que hiciera necesaria la expansión a otras zonas no parece estar atestiguada por el registro arqueológico.

Si bien es cierto que el desarrollo de una formación social como la argárica fagocitaría a las poblaciones del entorno, y estimularía políticas de emulación, el registro arqueológico disponible no parece evidenciar una relación de interdependencia del tipo centro-periferia en la que la sociedad argárica extraería de estas poblaciones materias primas y fuerza de trabajo, y daría a la periferia acceso a productos de alto valor social. Una relación centro-periferia como la que se describe habría redundado, como sí ocurre en contextos coloniales del tipo centro-periferia en el primer milenio, en una intensificación productiva en la periferia para saciar las necesidades o la demanda de materias primas del centro, que se beneficiaría de un intercambio desigual, dado el desigual nivel de desarrollo de las fuerzas productivas en ambas sociedades. Esto sin embargo no se observa de forma clara en el registro arqueológico ni de estas sociedades periféricas ni de la sociedad argárica. Si la principal producción de las sociedades de la periferia está orientada a la producción de alimentos, como ocurre por otra parte en la mayoría de las sociedades prehistóricas, el registro arqueológico no permite justificar que sea la demanda de la sociedad argárica el elemento causal de esta supuesta intensificación de la producción (además no disponemos de elementos suficientes que nos permitan evaluar si hubo o no una mayor intensificación agrícola en estas poblaciones con respecto al momento anterior). Por otro lado, en el mundo argárico los datos carpológicos no parecen apuntar a una sobreexplotación tal de los recursos agrícolas que requiriera de una política expansionista (algo que tampoco es aplicable a los recursos metalúrgicos). Los recientes estudios de producción agraria señalan una mayor diversidad productiva, siguiendo los principios de la racionalidad de la economía campesina para asegurar la sostenibilidad de los recursos, y relacionando la mayor presencia de especies más resistentes, como la cebada vestida, no necesariamente con una estrategia de selección, especialización o intensificación productiva, sino con cuestiones climáticas como el evento 4.2 ka cal BP, puesto que estos cambios agropecuarios se observan también en otras poblaciones ibéricas con formaciones político-sociales muy diversas que distan mucho de poder ser calificadas como estatales (Mora et al., 2022Mora-González, A., Jover Maestre, F. J., Contreras Cortés, F. y López Padilla, J. A. (2022). “Agricultura y control social: de la tendencia al monocultivo a la diversidad agrícola en el Argar”. Complutum, 33 (2), pp. 389-409. DOI: https://doi.org/10.5209/cmpl.84155). La producción agrícola en el mundo argárico parece tener capacidad de autoabastecerse. No parece existir por tanto tampoco una presión agrícola que justifique una política expansionista. Del mismo modo, la circulación de marfil (o de metal) puede explicarse en los mismos términos en los que se explicaba en el mundo calcolítico, a pesar de que los kilos (o gramos) de marfil movilizados en la Edad del Bronce sean mucho menos que los movilizados en la etapa anterior. Extraer de esta presencia una relación de dependencia nos resulta una lectura excesiva del registro.

En resumen, un modelo centro-periferia de intercambio desigual como el que proponen los autores puede observarse en el contexto colonial de la llegada de los fenicios a la península ibérica, con una intensificación de la extracción minero-metalúrgica desconocida hasta el momento (especialmente de plata) y la presencia de elementos orientales en las comunidades locales que contribuyeron a la consolidación de esas élites emergentes. Pero el elemento clave que diferencia ambos modelos es que mientras Tiro necesitaba esas materias primas de las que carecía y era una sociedad en la que el comercio jugaba un papel estructural en la definición de las clases sociales, no ocurre lo mismo en el mundo argárico: las comunidades argáricas no necesitan a la periferia para autoabastecerse de cereal, y la escasa incidencia de los productos de alto valor social como marfil y metal en las sociedades periféricas parecen responder a un intercambio puntual y ocasional que difícilmente habría generado una relación de dependencia. Analizar en profundidad cómo se organizaban estas sociedades en la etapa anterior ayudaría a entender mejor el impacto que pudo haber tenido el mundo argárico en el desarrollo histórico de estas poblaciones, que a nuestro entender parece responder más a procesos de emulación y competencia de linajes emergentes que a relaciones centro-periferia de intercambio desigual.

BIBLIOGRAFÍA

Mora-González, A., Jover Maestre, F. J., Contreras Cortés, F. y López Padilla, J. A. (2022). “Agricultura y control social: de la tendencia al monocultivo a la diversidad agrícola en el Argar”. Complutum, 33 (2), pp. 389-409. DOI: https://doi.org/10.5209/cmpl.84155

Muñoz López-Astilleros, I.-K. (2003). El poblamiento desde el Neolítico final a la primera Edad del Hierro en la cuenca media del río Tajo. Tesis doctoral. Universidad Complutense de Madrid. https://eprints.ucm.es/id/eprint/2496/